¿Vale la pena ganar?

La Copa Silenciosa

Solía pensar que un título era prueba de valor—hasta que me senté solo en mi piso de norte de Londres y vi que nadie más jugaba el mismo juego. Nos dicen que el FMVP define el valor, que los campeonatos son medallas clavadas a tu identidad. Pero aquí, en este rincón tranquilo de Islington, donde las conversaciones ocurren entre silencio y autoconciencia, empecé a preguntarme: ¿Y si ganar es solo ruido?

Los Otros Jugadores son Fantasmas

Llamán ‘éxito’ cuando estás en el podio. ¿Pero qué pasa con quienes nunca fueron elegidos? Los que se quedaron leyendo psicología hasta las 2 a.m., en vez de destellos? Sus triunfos no están escritos en un marcador—se susurran en DMs a las 2 a.m., digitados en diarios que nadie lee. Vi llorar a mi amiga porque sabía: ser visto no es lo mismo que ser elegido.

¿Por qué Normalizamos Débilmente?

Reducimos a otros a ‘roles de apoyo’ como fantasmas en un algoritmo diseñado para métricas de engagement. Pero la empatía no escala bien en gráficos de TikTok. El verdadero costo no se mide en likes—se mide en respiración tras la medianoche, en el espacio entre ‘estoy bien’ y ‘no soy suficiente’. ¿Quién se borra cuando confundimos aplauso con pertenencia? Quizá el verdadero MVP no se corona—pero se sostiene silenciosamente por quienes eligieron quedarse quietos.

¿Para qué juegas realmente?

Si alguna vez te sentaste solo tras la medianoche preguntándote si tu valor fue medido por aplausos—you no estás roto. Eres simplemente humano.

(Y sí—todavía escribo esto a las 3 a.m.)